sábado, 4 de abril de 2020

¿Un trampolín para la humanidad?


“Minoría de edad es la incapacidad de usar el entendimiento propio sin la guía de otro. Tal inmadurez es autoculpable si es causada no por falta de inteligencia, sino por falta de determinación y coraje para usar la inteligencia propia sin ser guiado por otro”.
Inmanuel Kant


La pandemia desatada por el virus SARS-CoV-2, que genera la enfermedad COVID-19, abre la oportunidad a un debate sobre el destino de nuestra especie.

En las últimas semanas, gran cantidad de individuos ha enfocado su atención, esperanza y agradecimiento, al trabajo de profesionales del campo de las ciencias. Me  refiero a médicos, epidemiólogos y microbiólogos, entre otros grupos de profesionales. En muchas partes del mundo se ha observado gestos de agradecimiento y homenajes a estos profesionales que, en estos momentos, se encuentran en la primera línea para el control y curación a enfermos, producto de la actual pandemia.

Paralelamente, muchos ciudadanos han cuestionado la desigualdad de ingresos entre las distintas profesiones. Por ejemplo, entre los millones de dólares que ganan algunos futbolistas y artistas, con relación a lo que gana una gran cantidad de médicos. Tales especulaciones parten, en muchos casos, de razonamientos errados y, otro tanto, busca endilgar responsabilidades a terceros.

Sucede que, mucho de lo que se cuestiona y especula, depende en gran medida del consumo masivo que hacemos, y sobre aquello en lo que invertimos tiempo y dinero. Y no así de externalidades o “fuerzas oscuras” que provengan del ámbito privado o público. El divulgador cultural Ernesto de la Peña manifestaba que: la creación de una nueva salsa ha traído más felicidad a los hombres que el descubrimiento de una nueva galaxia. Sobre esa línea podemos afirmar que la gran masa social está culturalmente atrapada en la caverna del entretenimiento. Y aquellas cuestiones que podrían plantearse importantes dentro del ámbito social, son descuidadas. Y solo tomadas en cuenta en momentos de emergencia y crisis, obligándonos a volcar la mirada para reflexionar.

No planteo abolir el entretenimiento o, la prohibición de placeres que otorga la vida, pero sí, a no restringir la mirada sobre nuestro pequeño mundo privado y/o familiar, porque vivir en sociedad implica pensar en convivir y sus consecuencias.

Por otro lado, el Premio Nobel de Medicina Jules Hoffmann (2015) sostiene que el descubrimiento de las vacunas ha significado salvar la vida de aproximadamente mil quinientos millones de personas. Del mismo modo, Steven Pinker (2018) afirma que el descubrimiento de los grupos sanguíneos tiene la trascendencia de poner a salvo otras más de mil millones. Sin contar la vida de animales y mascotas. No obstante, una cantidad importante de individuos no conoce el nombre de ambos investigadores, a pesar de haber contribuido con aportes invaluables para la humanidad. Hoy desesperadamente se clama por soluciones rápidas y eficaces, dada la urgencia.

A pesar de la emergencia, la pandemia actual está lejos de ser un cataclismo, y no tiene parangón con catastróficas pandemias de tiempos pretéritos. Y es que, aunque muchos sistemas de salud en el mundo están colapsando, existe la tecnología el conocimiento y el esfuerzo humano para superarlo.

Esto implica que en países democráticos los ciudadanos tienen el deber y responsabilidad de exigir, un mayor compromiso de los gobiernos por mejorar continuamente sus sistemas de salud y educación, previendo contingencias. La actual pandemia es una oportunidad de encarar con mayor responsabilidad la elección de gobernantes que opten por agendas propias de nuestro tiempo.

Así mismo, es una oportunidad para que las inversiones privadas y públicas apunten al desarrollo e invención de nuevas tecnologías, para enfrentar fenómenos o eventos de igual o mayor magnitud que el actual.  

En el año 2018 se publicó el libro, Factfulness, del investigador y médico Hans Rosling. Aquella obra plantea que los cinco riesgos globales son: una pandemia mundial, crisis financiera, una probable guerra mundial, pobreza extrema y el cambio climático. Sobre el riesgo de una pandemia global, Rosling afirmaba: Destacados expertos en enfermedades infecciosas coinciden en que un nuevo terrible tipo de gripe sigue siendo la principal amenaza  para la salud mundial. La razón es la ruta de contagio de la gripe (p.273). Así como Rosling, otros expertos y empresarios filántropos como Bill Gates han advertido con anterioridad sobre estas cuestiones. No porque tengan una bola mágica para predecir el futuro, sino, porque el conocimiento científico es una herramienta que nos permite predecir ciertos fenómenos de la naturaleza.

Un problema radica en que muchos gobiernos no encuentran utilidad en el conocimiento y, si no hay ciudadanos interesados por estos temas, no habrá una mayor presión sobre los políticos que ostentan el poder de turno. Ahora, la pandemia actual pasará, sin embargo quedan otros riesgos en puerta, como el cambio climático. La preocupación ambiental es legítima, pero no es el único ámbito en la vida del hombre. Las soluciones y decisiones deben pensarse, como diría Bunge, de manera transversal en todos los sistemas donde se desarrolla la vida moderna de cada individuo.

La actual pandemia ha cambiado nuestras vidas y lo seguirá haciendo. No me refiero a un cambio moral o una conciencia más “elevada” entre humanos, sino, a un cambio de tipo más utilitario y en una porción reducida de mortales. Quizá por eso existe el miedo de algunos intelectuales a que el sistema político de estados totalitarios y autoritarios gane popularidad como consecuencia de la crisis epidemiológica.

Por tanto, me abocaré a reflexionar sobre ideas que probablemente puedan ganar popularidad.  Esto, porque nos brindan la posibilidad de pensar qué es lo mejor para el futuro de nuestra especie.

Pensemos un momento, en la peste negra del siglo XIV. Pandemia que significó la muerte de aproximadamente un tercio de  europeos y un quinto de la población mundial. Posterior a ella y, junto a otros factores sociales y políticos provocaron en los sobrevivientes una mayor preocupación por el bienestar humano, permitiendo  avances tecnológicos y artísticos enfocados en el hombre. Me refiero al Renacimiento. De la misma manera, luego de padecer una terrible epidemia, Londres sufriría el embate de uno de los peores incendios de la historia en el siglo XVII. El incendio hizo perder el hogar a un sexto de su población y segó muchas vidas. En consecuencia, la ciudad se reestructuró casi por completo, con materiales nuevos y vías de acceso para enfrentar futuros incendios. Poco tiempo después  se desarrollaría una de las primeras patentes de una bomba contra incendios. Invención del inglés, Richard Newsham en 1721 y 1725. Años posteriores debido a una conjunción de factores, la ciudad Inglesa sería uno de los escenarios más importantes para la gran Revolución Industrial.

Con estos ejemplos, se puede advertir que el mundo estará más receptivo a nuevas ideas y a una nueva manera de pensar sobre nuestro futuro y destino.

Tomando en cuenta la preocupación por la vida humana, Mario Bunge (2013) plantea la existencia de tres valores biosociales muy importantes en nuestro tiempo; seguridad, igualdad y solidaridad. Según Bunge dentro de la seguridad, podemos encontrar tres dimensiones: ambiental, biológica y económica. Esta parte del texto la dedicaré a la seguridad dentro del ámbito biológico, también llamado bioseguridad.

El movimiento intelectual transhumanista propone reflexionar sobre el cambio o transformación humana mediante el desarrollo tecnológico para mejorar nuestras capacidades, esto incluye buscar alternativas para enfrentar futuras pandemias y hasta condiciones ambientales adversas. Para algunos pensadores ya estamos trasformando al hombre. Más allá de las operaciones estéticas, muy de moda en nuestro tiempo, existen personas con discapacidad que, con la tecnología han podido desarrollar una vida mejor que sin ella. Quizá uno de los referentes más sobre salientes sea el gran científico del siglo XX, Stephen Hawking. No obstante para poder democratizar estas tecnologías se necesita de inversión, apertura de los estados, ciudadanos informados y más investigación.

Es evidente que hay muchas aristas por debatir, sin embargo pensemos que el conocimiento aplicado que desarrollemos hoy, puede salvar muchas vidas y erradicar algunos tipos de sufrimientos evitables al hombre del mañana.

El filósofo Nick Bostrom (2011),  en su ensayo, Una historia del pensamiento transhumanista, plantea algunas tesis que nos llevan a reflexionar sobre aquello. Por ejemplo, no todo lo que conforma nuestra naturaleza es del todo deseable, sucede que si podemos cambiar algunas características negativas del hombre, esto puede ser requerido. Además, existen cuestiones como el principio de beneficencia procreativa. Este principio permitiría a los padres elegir un embrión humano, entre varios otros. Aquella elección se fundamenta en la procura de una mejor vida (salud) y menos sufrimiento a nuestra descendencia, y que además como consecuencia, los padres evitarían gastos económicos futuros por padecimientos genéticos evitables

Es cierto, tenemos ejemplos de que el hombre no utiliza la tecnología, solo para su bienestar y que puede existir un miedo a prácticas eugenésicas indeseables y moralmente reprochables. Ahora, no debemos olvidar las experiencias pasadas, así como las nuevas instituciones de nuestro tiempo. Los estados, entes intergubernamentales, el debate público, comités de ética en cada centro de investigación deberán hacer posible la regulación y el manejo de estas tecnologías.

También, es relevante tomar en cuenta que ya existe la tecnología y, muchos individuos e instituciones han empezado a desarrollar y a utilizar sin ningún tipo de restricción legal y moral. En Santa Cruz de la Sierra, por ejemplo, algunas clínicas ya practican la técnica de Diagnóstico Genético Preimplantacional (PGD). También, muchos jóvenes investigadores de distintas partes del mundo se están uniendo y cooperando para el desarrollo de soluciones tecnológicas de bajo costo, desde sus casas o centros de estudio, movimiento conocido como Biohacking o Biología DIY. Bajo ese contexto es relevante que en sociedades democráticas se eleve el nivel académico de sus ciudadanos, para que los debates sobre estas temáticas se planteen como alternativas sobre el cuidado de nuestra bioseguridad y medio ambiente.

El estado, instituciones y mercados juegan un papel importante, para regular e incentivar el desarrollo de tecnologías que nos beneficien contra la llegada de nuevas y más catastróficas pandemias.

En definitiva, desde que el hombre comió del árbol de la sabiduría y, de haber obtenido el fuego de las manos de Prometeo, está condenado al conocimiento. Hoy tenemos en nuestras manos las herramientas para cambiar el destino de nuestra evolución, evitando en gran medida el sufrimiento humano. De nosotros depende dar ese salto. 




Bibliografía

Bostrom, N. (2011). Una historia del pensamiento transhumanista, Universidad de Oxford: Inglaterra.
Bunge, M. (2013). Filosofía Política. Solidaridad, cooperación y Democracia Integral. Barcelona – España: Gedisa
Cuellar, J. (2015). 'Las vacunas han salvado 1.500 millones de vidas'. El Mundo. Recuperado de https://www.elmundo.es/salud/2015/06/03/556df587268e3e25598b4595.html
Rosling, H., Rosling, O., y Rosling Rönnlund, A. (2018). Factfulness. Diez razones por las que estamos equivocados sobre el mundo. Y porqué las cosas están mejor de lo que piensas. Barcelona – España: DEUSTO.
Pinker, S. (2018). En defensa de la Ilustración. Por la razón, la ciencia, el humanismo y el progreso. Buenos Aires – Argentina: Paidós


Imagen recuperada de https://cheezburger.com/8281965824

1 comentario:

  1. Ortega y Gasset decía, debemos vivir _con_ la técnica, no _de_ la técnica. «[L]a técnica, al parecer por un lado como capacidad, en principio ilimitada, hace que al hombre, puesto a vivir de la fe en la técnica y solo en ella, se le vacíe la vida» Este es un punto de partida crucial para cualquier cambio de paradigma de nuestra civilización. Si bien es cierto que somos hijos de la manzana del conocimiento, no podemos ser su esclavo; caer en la trampa del tecno-optimismo (http://www.magnusjohnston.ca/uploads/8/4/9/4/84946882/alexander_-_critique_of_techno_optimism.pdf) La accesibilidad y disponibilidad a la tecnología "que solucionarán nuestros problemas" es altamente cuestionable. Eficiencia sin suficiencia es pérdida. La precaria accesibilidad y disponibilidad de aquéllas logran tan solo una cosa: la separación de la civilización terrestre; de nuevo, la distribución de la riqueza dicta nuestro camino. Las dos mil millones de personas de la ‘civilización industrial bien podrán acceder a la plétora de cambios transhumanistas, pero el resto simplemente se quedará _en la Tierra_, por usar los términos de Latour. «Libertad es para los pocos, no para los muchos; libertarnos de los límites de la naturaleza es el destino esencial de aquellos pocos. (http://www.bruno-latour.fr/sites/default/files/162-SEVEN-PLANETS-DESIGN.pdf)
    Ahora bien, por nada acá se plantea un retorno al primitivismo o una aversión a la tecnología, ya comimos de la manzana. Lo que advierto es la continua búsqueda de medios–incluso si estos amenazan con la vida de los muchos–para continuar una sociedad energéticamente intensiva de consumidores de productos de alta gama de la cual tan solo cerca de dos mil millones de personas tienen la suerte de pertenecer; querer darle cuerda a un excepcionalismo occidental por medio de la tecnología será el peor experimento que la humanidad puede llevar a cabo. Esto nos lleva a aquello que también planteas, lo cual debe ir de la mano de un cambio en la concepción de la vida que como humanos deseamos, la democratización de las tecnologías.

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