domingo, 12 de abril de 2020

Cruceños que aman la libertad sin comprenderla

El himno boliviano y cruceño mencionan en varios de sus versos la palabra libre y libertad. Lo que señala su importancia dentro del esquema mental de los bolivianos, siendo un hito relevante la guerra de independencia. No hay duda que cada ciudad del país tiene una idiosincrasia medianamente distinta y con una jerarquía de valores, en algunos casos,  un poco diferente. En Santa Cruz un valor muy importante es, y ha sido la libertad.
Pero ¿qué significado tiene el concepto de libertad, para los cruceños?

Según Alcides Parejas (2012), «la cultura americana no es ni europea ni india es mestiza» (p.64). Sin embargo es evidente que existen regiones en Latinoamérica, donde lo occidental tiene más preponderancia que lo indígena.  Así como en otros sitios, lo indígena se sobrepone a lo occidental. Me atrevo a decir que a pesar del mestizaje cruceño, lo cultural ha sido predominantemente occidental. Para bien o para mal, esto ha jugado un papel muy importante en lo que hoy se puede denominar como cruceñismo.

Podríamos denominar cruceñismo a una forma de comportarnos ante los demás dentro de nuestra sociedad. Lo que implica costumbres, creencias, siendo un elemento central lo sentimental, más que una doctrina finamente elaborada. El cruceñismo  tuvo su etapa embrionaria después de la fundación de Santa Cruz de la Sierra.

Recordemos por un momento esa increíble epopeya. Después de la fundación liderada por el capitán Ñuflo de Chaves, la ciudad vivió momentos alternados entre paz, guerra, epidemias y circunstancias adversas. No es casual que el Capitán Ñuflo de Chaves haya muerto en manos de un indígena Itatine llamado “Porrilla o Buerteney” en octubre de 1568 (Cuéllar, 2015).

La lejanía de esta nueva ciudad, tanto de la Real Audiencia de Charcas, y el Virreinato del Perú en la parte occidental del continente y, de la Gobernación del río de la Plata (Buenos Aires) por la parte oriental, generó las condiciones para que sus habitantes en medio de la nada, trataran de forjar algún destino.

Para algunos historiadores cruceños, una pequeña señal de resistencia al poder (en este caso español) fue el acto de rebelión del criollo Diego de Mendoza en 1573. Es cierto, también podemos reflexionar sobre la base de una pugna de poder entre españoles y criollos de la ciudad, que generó un conflicto en una sociedad dividida por su sangre y lugar de nacimiento.

Estas y otras condiciones dieron  pie al primer traslado de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra. En palabras del historiador Bismark Cuéllar:

«… luego de haber sufrido la rebelión de Diego de Mendoza y sus consecuencias posteriores, el ambiente interno de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra se tornó insalubre, las peleas internas habían creado un ambiente enrarecido, las personas ya no confiaban en sus vecino y constantemente  se enfrentaban entre familias, sin descontar la constante amenaza de los chiriguanaes e itatines, los que acosaban a la ciudad y sus pobladores con regularidad» (2015, p.585).

En distintos momentos, en tiempos de la colonia, al igual que hoy, las autoridades de Santa Cruz de la Sierra pedían ayuda al poder central (Real Audiencia de Charcas y Virreinato del Perú), con municiones, hombres y armamentos, por ejemplo, para evitar el saqueo y abuso a sacerdotes Jesuitas y nativos en sus tierras como en 1638. En este caso perpetrado por bandeirantes o mamelucos (soldados portugueses). Sin embargo, la ayuda era negada o no tenía respuesta. (Cuéllar, 2015).

Una de las batallas más recordadas por los historiadores, entre cruceños y bandeirantes es la de 1696 luego de la fundación de la misión  de San Francisco Xavier de los Piñocas (Cuéllar, 2015).

Así mismo algunas misiones Jesuíticas  tenían como tarea específica contener a etnias belicosas para evitar su llegada a la ciudad. Esa fue una de las tareas principales de la misión de San Juan Bautista de Porongo en 1714, «contener a los nativos yurakarés que vivían en la zona norte del actual Parque Amboró que constantemente amenazaba con atacar la ciudad de Santa Cruz de la Sierra y sus alrededores». (Cuéllar, 2015, p.728).

Pero quizá, la relación de amor y odio, guerra y paz que permaneció como una constante entre los primeros cruceños fue frente a los chiriguanos. Uno de los conflictos más recordadas fue el ataque chiriguano a Santa Cruz de la Sierra en 1735 donde hubo una de las peores batallas entre criollos, españoles, mestizos e indígenas “amigos”, contra los chiriguanos, cerca de la ciudad y que tuvo una duración de 15 días.  (Cuéllar, 2015).

Estos cruceños hacían de todo para combatir, a etnias indígenas, mamelucos, plagas, clima, naturaleza y epidemias para poder subsistir. Es probable que la mayor esperanza de aquellos cruceños haya sido su fe católica cristiana, lo que coloca a Santa Cruz de la Sierra como una sociedad cristiana y conservadora hasta nuestros días.

El mestizaje en Santa Cruz probablemente sea una cuestión compleja. Cuéllar (2015) asegura que el mestizaje se da principalmente entre españoles y la etnia chané. Etnia que había sido sometida y esclavizada, antes de la llegada de los españoles por los mbaya (guaraníes).

Por otra parte, Roca sostiene que la «relación permanente entre ava (guaraní) y karai (acepción de gran chamán, pero utilizada también para denominar al hombre blanco), ya sea como resultado de las guerras o como consecuencia del intercambio comercial en épocas de paz, constituye la dinámica del mestizaje  de la sociedad hoy conocida genéricamente como “camba”» (2001, p.513).

La Santa Cruz españolizada y los constantes enfrentamientos con indígenas, sobre todo chiriguanos, tenían prácticas propias de conflictos bélicos de ese tiempo. Por ejemplo, «el rapto de mujeres de uno y otro bando era la práctica común de la guerra, mientras que en épocas de paz se consideraba normal que los Chiriguanos ofrecieran a los españoles a sus hijas y hermanas como muestra de amistad y reconciliación» (Roca, 2001, p.513).

Lo que es importante señalar es que nuestro origen no sólo es producto del amor, sino también de la violación, violencia y conveniencia. Y producto también de una mezcla con las diferentes etnias sometidas por españoles y guaraníes.

Luego vendría la independencia y los años dentro de la República de Bolivia, y la colaboración para con esta incipiente ciudad también brillaría por su ausencia. Hasta principios del siglo XX, Santa Cruz de la Sierra vivía en medio de la nada y alejada de todos.

El relato de Amelia Toledo Suárez de Roca en su libro; De Santa Cruz a París 1894, ilustra muy bien las dificultades que se tenía para salir de Santa Cruz de la Sierra y llegar, por ejemplo, a Corumbá en Brasil, en un lapso aproximado de 30 días.

Es así que la lejanía, falta de comunicación con otras urbes, la nula presencia del estado en tierras cruceñas y las imperativas necesidades básicas de los cruceños jugaron un factor importante en la psicología social de los cruceños. En consecuencia aumentaron su sentido de identidad, orgullo y maduraron el cruceñismo.

Probablemente, uno de los puntos de inflexión más importante para cementar la zapata del cruceñismo fue en la década de los años cincuenta del siglo XX. Podemos nombrar el nacimiento de un Comité Cívico Pro Santa Cruz que velará por los intereses y demandas de la región que, hasta ese momento eran muy poco escuchadas. Posterior aquello llegaría pues, la lucha cívica por el 11% de las regalías petroleras y con ella, los excesos de violencia de un bando y del otro. Es así, que durante el gobierno de Hernán Siles Zuazo teniendo este la  hegemonía de las armas legalmente establecida, no dudo en ejercerla para aplacar los pedidos de Santa Cruz.

Ya son harto conocidos los sucesos del envió de miles de milicianos ucureños a la ciudad junto a soldados, así como la matanza de Terebinto y las torturas en Ñanderoga, lo que sellaron aún más la desconfianza y resentimiento con el poder central del Estado boliviano en toda una generación.     

Es así que, hombres herederos del espíritu de Teucro, y mujeres el de Antígona, aprendieron que el Estado boliviano no era un aliado y que para ser libres necesitaban estar unidos contra fuerzas externa a su ciudad y departamento. Estos cruceños empezaron a ver el concepto de libertad desde la lupa del cruceñismo, similar a los atenienses que estructuraron su democracia, protegiendo al colectivo y no así al individuo.

Si tomamos en cuenta, la teoría del interaccionismo simbólico planteado por Blumer este significado de libertad permeó en otras y nuevas generaciones, que hoy parecen tratar de resignificarla para acomodarse a la moderna sociedad en la que viven.

Ya desde el siglo XVII los filósofos empezaron a plantear la importancia del derecho y la libertad individual. En 1859 John Stuart Mill (2011) plantea que para tener libertad, se necesita de la individualidad, porque esta permitirá obrar en la vida según las opiniones de cada uno, sin que nadie impida física y moralmente las decisiones .y acciones que deben ser de exclusivo riesgo y peligro de quien las porta o actúa.  Del mismo modo, ningún individuo, grupo de individuos o masa social, «tiene derecho para decir a una persona en edad madura que no conduzca su vida, en beneficio propio, como al él le venga en gana» (2011, p.85).

Pero la libertad, así como puede ser vista de manera colectiva e individual, también puede poseer distintas dimensiones como bien plantea Amartya Sen, entre ellas, la libertad de oportunidades y la libertad en función de las capacidades que tiene cada persona.

En tal sentido, si bien muchos cruceños valoramos la libertad, no entendemos que va más allá de un sentimiento colectivo. Es así que suponemos que cualquier cruceño tendría que amar su tierra y seguir las normas como la tradición y costumbres demanden. Me refiero a que si alguien va en un sentido contrario de lo que la sociedad espera de todos, la libertad de ese individuo no es aceptada. Por tanto, no sorprende algunos datos que reflejan el estudio  del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno junto a otras universidades de la ciudad, donde se identifica que  los cruceños somos democráticos y populistas en temas políticos y autoritarios en temas sociales y culturales.

Pensemos en aquellos individuos que por convicción deciden ser de un partido político contrario al que la mayoría de cruceños desprecia. También en aquel individuo que deja de ser cristiano para no creer en nada. En aquella mujer que quiere vivir su sexualidad con total plenitud, o aquellos hombres, y mujeres homosexuales que piden una amplitud de sus derechos civiles que hoy tienen restringidos. ¿Qué pasa con las libertades de esos cruceños?

Las movilizaciones cívicas de octubre y noviembre de 2019, por el fraude electoral mostraron un gran compromiso de muchos cruceños para que se respetara el voto y se consiga la renuncia del dictador Morales. Sin embargo, las mismas acciones que realizó el poder central, lo ha hecho el gobierno municipal, donde ninguna acción ciudadana prospera para terminar con esa tiranía. Todavía algunos tienen la creencia que, “entre cruceños no nos debemos pisar la manguera”, y no importa que tan nauseabunda sea la corrupción o el abuso de poder de las autoridades locales, queda la excusa que por lo menos, “no es un colla”.

Por otra parte, aunque la Constitución plantea que no hay preferencias en cuanto a una religión oficial, porque se reconoce el mismo valor para todo tipo de creencias dentro de un estado laico, las autoridades locales año a año, desconocen la Constitución y plantean normativas como “Acto de Buen Gobierno” para la semana santa cristiana. Y no se necesita que sea una fiesta santa. El carnaval denominado la Fiesta Grande de los Cruceños, pierde participantes y, por ejemplo, según datos de El Deber 2019, sólo un 20% de los cruceños participamos de aquel evento. Sin embargo, con el beneplácito de nuestras autoridades ponemos de cabeza a toda la ciudad, restringiendo los derechos y libertades del otro 80% de ciudadanos que no participa. Sin duda, pueden parecer superfluos estos ejemplos, empero el problema está en no reconocer la restricción de los derechos del otro, porque no hay un entendimiento del significado de libertad y del ejercicio de vivir en democracia.

Aunque todos vivimos en una ciudad que tiene, en cierto modo, la tecnología y la expansión de una metrópolis, la mentalidad no ha progresado con la misma velocidad.

Es bueno aclarar que la idiosincrasia cruceña o “camba” está en permanente construcción. No es algo estático. Por tanto, es necesario cambiar los lentes del cruceñismo para ampliar la visión más allá, de la importancia de nuestra ciudad, departamento y sus costumbres.
Y hay razones que permiten dar un voto de confianza a una nueva  generación de cruceños, estas son las siguientes: primero que han nacido y crecido en democracia, y aunque las últimas gestiones de gobierno casi  sepultan el sistema democrático, estamos a puerta de nuevas elecciones para tratar de consolidar su plenitud; la segunda razón pasa por el acceso que se tiene a la información, lo que nunca antes había tenido otra generación, lo que lleva a comparar realidades creando una sociedad mucho más global y heterogénea; y tercero porque fue la generación que estuvo al frente, desde antes del referéndum del veintiuno de febrero de dos mil dieciséis, movilizada en redes y calles, contagiando y preparando a más cruceños para aquella resistencia contra la tiranía, logrando un paro cívico histórico de 21 días.

En tal sentido acrecentar la libertad individual se suscribe en un imperativo moral planteado por Kant y, citado por Popper (2006, p.117) donde debemos «reconocer siempre que los individuos humanos son fines en sí mismos y no deben ser utilizados como meros medios para conseguir determinados fines».





 Bibliografía


Cuéllar, B. (2015). Historia de Santa Cruz Tomo I. Santa Cruz de la Sierra – Bolivia: Bismark A. Historia, turismo & cultura. 

Justiniano G. (2019). Un 77% de los bolivianos y un 81% de los cruceños no va a carnavalear. El Deber. Recuperado de https://eldeber.com.bo/80568_un-77-de-los-bolivianos-y-un-81-de-los-crucenos-no-va-a-carnavalear

Mill, S. (2011). Ensayo sobre la libertad. Barcelona – España: Brontes.

Ortiz, P. (2020). Los cruceños son políticamente democráticos y autoritarios a la vez. El Deber. Recuperado de https://eldeber.com.bo/166188_los-crucenos-son-politicamente-democraticos-y-autoritarios-a-la-vez

Parejas, A. (2012). El inicio de lo cruceño. Santa Cruz de la Sierra – Bolivia: La Hoguera.

Popper, K. (2006) La ciudad abierta y sus enemigos. Barcelona – España: Paidós.

Roca, J. (2001). Economía y sociedad en el oriente boliviano (Siglos XVI-XX). Santa Cruz de la Sierra – Bolivia: Editorial Oriente S.A.

Imagen recuperada de https://twitter.com/grupoeldeber/status/1154027148388253698

2 comentarios:

  1. Un buen análisis para abrir el debate de lo que se viene dejando de lado. Esperemos que lleguen a quienes tienen que llegar...

    Gracias por la dedicación compa.

    ResponderEliminar