Mario Mercado Callaú
Al término del mundial de fútbol femenino,
la excelente jugadora y campeona del mundo con Estados Unidos Megan Rapinoe, se
convirtió en una celebridad mundial. No solo por el excelente mundial que jugó,
sino, también por sus declaraciones sobre la desigualdad salarial existente entre
hombres y mujeres en la selección de fútbol de su país.
Luego de la final, que jugaron
Holanda y Estados Unidos se podía escuchar desde las graderías al público gritar
en inglés ¡Igualdad Salarial! ¡Igualdad salarial!
Si comparamos los logros
deportivos entre ambos equipos (varones y mujeres) se hace evidente las diferencias
existentes. La selección femenina de Estados Unidos ha conseguido el título
mundial en cuatro ocasiones (1991, 1999, 2015 y 2019) y el campeonato olímpico
también en cuatro oportunidades (1996, 2004, 2008 y 2012). Por su parte, la
selección de varones no ha obtenido ningún título en ambos torneos. La
selección de varones cobró 400 millones de dólares por jugar el último torneo
mundial, mientras que la selección femenina cobró 30 millones de dólares, diez
veces menos que los varones.
Sin duda, una situación de aparente injusticia. Sin embargo, quizá,
tan injusto como el hecho de que muchas personas puedan reconocer y saber sobre
Pablo Escobar o las Kardashian y, desconozcan los aportes de Edward Jenner o
William T. Green Morton a la humanidad.
Sucede que en muchas ocasiones
los problemas pueden tener respuestas más amplias u otras causales. En este
caso el problema no es el patriarcado, sino la preferencia de los consumidores.
La venta de derechos de televisión, marketing y venta de entradas, trae más
ganancias para la FIFA en torneos de fútbol masculino que en torneos de fútbol
femenino. Según Mike Ozanian de Forbes “La Copa Mundial Femenina recaudó casi $us
73 millones, de los cuales las jugadoras obtuvieron el 13%. La Copa del Mundo
masculina de 2010 en Sudáfrica ganó casi $us 4 mil millones, de los cuales el
9% fue para los jugadores”. Probablemente está cuestión sea pasada por alto por
Rapinoe, pudiendo provocar un sentimiento de injustica con una reflexión que no
ataca la causa mayor del problema.
Caer en análisis que llevan a
conclusiones apresuradas, no pasa sólo por el desconocimiento de una situación
en cuestión. Personas con vastos conocimientos, lecturas y reflexiones que
pueden ser tomadas en cuenta por muchos individuos ilustrados, pueden también
llegar a conclusiones de ese tipo.
En su reflexión sobre el Estado
Griego de 1872, Nietzsche despotrica sobre frases como “dignidad del hombre” y
“dignidad del trabajo”. Estás frases estaban muy de moda en los tiempos que le
toco vivir. Aquí Nietzsche arma toda una argumentación que culmina, para él, en
una verdad irrefutable. En palabras suyas “… la cultura requiere
necesariamente, esencialmente, la existencia de la esclavitud. Y esta es una
verdad que no dejar lugar a dudas, sobre el valor absoluto de la existencia”
(2016, p. 14). Evidentemente Nietzsche estaba en contra de ideologías que
pregonaban algún tipo de igualdad. Desde la igualdad política del liberalismo a
la igualdad absoluta del comunismo.
Es claro que en la antigüedad,
grandes obras como las pirámides de Egipto, la vía Apia o el Coliseo romano no
se hayan podido construir sin la mano esclava. Muchos individuos que se
dedicaron a las letras y a la filosofía poseían esclavos como el caso de
Aristóteles. Sin embargo, la riqueza cultural no se desarrolló de la misma
manera entre imperios o ciudades estado. Es por todos conocido que la
producción del arte, literatura, filosofía y ciencias no se desarrolló de igual
forma en Esparta como en Atenas, o en Mileto como en Tebas, todas ciudades
esclavistas. Parece ser, que existen pues otras variables o categorías que
deben ser analizadas antes de tomarse como válidas respuestas propias, producto
de nuestro juicio.
Para Isaacc Asimov existieron tres grandes figuras
literarias en el tiempo entre lo escribió Homero y Shakespeare, nos referimos a
Esquilo, Sófocles y Eurípides. No parece mera casualidad que estos notables
literatos hayan surgido en una Atenas democrática y, siendo una potencia
comercial. Aristófanes, también destacó por sus comedias y las mordaces
críticas a los demócratas atenienses que,
paradójicamente, era el sistema que permitía escribir lo que su mente imaginaba.
No trato de señalar que la
Democracia sea el factor principal de la cultura, sino más bien, que para dar
una explicación irrefutable, es necesario ampliar el espectro de posibles factores que, en mayor grado o medida pueden
ayudar a explicar mejor un fenómeno.
Contar con poca información, así
como tener mucha y sin un sistema adecuado de procesamiento de la misma, nos
puede llevar a tener ideas erradas sobre muchas cuestiones de nuestro mundo.
En su obra; Factfulnness, Hans
Rosling inicia con trece preguntas para testear que tan informados del mundo
están los lectores. Cada pregunta tiene tres tentativas respuestas. En tal caso, si le diéramos a escoger a un
chimpancé, éste tuviera un 33,3% de probabilidades de escoger la respuesta correcta, situación bien planeada por Rosling.
Este cuestionario se ha puesto a
prueba en gran parte del mundo
desarrollado, donde se cuenta con información bastante actualizada y donde los
sistemas educativos son considerados como los mejores. Las respuestas de
individuos procedentes de Suecia, Noruega, Japón, Alemania, entre otras
naciones, en su mayoría fueron inferior a las probabilidades que tenían los
chimpancés de escoger la respuesta acertada. Pero no solo los ciudadanos
comunes de estos países reprobaron el test; también expertos, científicos,
tecnólogos y políticos que toman decisiones importantes. Estos expertos con
algunos mejores resultados, también lo hicieron peor que los chimpancés.
Para Rosling, el problema no se
fundamenta sólo en la falta de información, sino también en nuestra tendencia
al drama. “Ser conscientes de todas las cosas malas que suceden en el mundo es
fácil. Lo difícil es ser conscientes de las buenas” (Rosling, 2019, p. 69). La
estadística, según Rosling, puede ayudarnos a entender mejor el mundo, no sólo
a través de los resultados que se obtienen, sino también como funciona.
Un problema que hace complicado
reconocer a la estadística o los datos, como resultados que reflejan una
realidad más objetiva, pasa porque las personas no están dispuestas a dejar de
lado sus creencias, no solo religiosas y/o políticas, sino, también como
aquellas conjeturas e hipótesis que dan sentido a su realidad y, a su versión
de cómo funciona el mundo.
Luego de analizar muchas pruebas
empíricas con personas comunes y con expertos en estadísticas, Daniel Kahneman
concluye: “Cambiar nuestras ideas sobre la naturaleza humana es difícil, y
cambiar a peor las ideas de uno mismo todavía lo es más” (2012, p. 227). Lo que
Kanheman recomienda es buscar el significado detrás de esos datos para que los
escuchas puedan internalizarlos. “Es más probable que el lector aprenda algo si
se sorprende de su propio comportamiento que si se habla de los hechos
sorprendentes que encontramos en la gente en general” (2012, p. 230).
Por otra parte, existe otro
componente que puede estar ligado al desarrollo de concepciones erróneas del
mundo. Kahneman cita el término de falacia
narrativa de Nassim Taleb. Este término plantea que “historias del pasado
conforman nuestras opiniones sobre el mundo y lo que esperamos del futuro. Las falacias
narrativas surgen inevitablemente de nuestro continuo intento de dar sentido al
mundo” (2012, p. 261). Y esto tiene que ver con que muchos fenómenos que
observamos no tienen explicaciones causales, sino más bien estadísticas.
Los juicios de expertos en muchas
pruebas no han podido llegar a predicciones correctas como lo puede hacer un algoritmo.
Muchos avances en la predicción de un problema climatológico o en el
diagnóstico de una enfermedad son más efectivos con la utilización de unas
pocas variables bien identificadas. En consecuencia “siempre que podamos
sustituir el juicio humano por una fórmula, al menos hemos de considerar esa
posibilidad” (Kahneman, 2012, p. 305).
Esto abre un enorme y complejo
debate sobre que instituciones, actividades y responsabilidades humanas son potenciales hacer sustituidas por unos cuantos algoritmos en las próximas
décadas.
Y también a tener humildad
reconociendo que a cada paso reflexivo que hacemos, para dar sentido a nuestra
realidad, se encuentra rodeada de un sin número de sesgos y juicios heurísticos
que pueden proporcionarnos enormes distorsiones sobre lo que sucede a nuestro
alrededor.
Bibliografía
Kahneman, D., (2012). Pensar rápido, pensar despacio. Buenos
Aires-Argentina: Debate.
Nietzsche, F., (2016). Ensayo sobre los griegos. Buenos
Aires-Argentina: Godot.
Ozanian, M., (2019). La disparidad de ingresos explica la
disparidad salarial entre hombres y mujeres de la Copa Mundial de Fútbol. [https://www.forbes.com/sites/mikeozanian/2019/03/07/world-cup-soccer-pay-disparity-between-men-and-women-is-justified/#67ca51266da4]
Rosling. H., Rosling, O., & Rosling, A., (2018)
Factfulness, diez razones por las que estamos equivocados sobre el mundo. Y por
qué las cosas están mejor de lo que piensas. Barcelona, España: Deusto.
Imagen tomada de: https://ih1.redbubble.net/image.710539035.1043/flat,1000x1000,075,f.jpg
No hay comentarios:
Publicar un comentario