Mario Mercado Callaú
Para Mario Bunge la política puede
definirse “como el arte de hacer frente a
los problemas sociales (o evitarlos)”. (2013, p. 85). En esa línea, la
teoría política y filosofía política encierra tradicionalmente dos concepciones
ontológicas opuestas, la individualista que se centra en el gobernante y el
gobernado y, la colectivista que se centra en la polaridad
individuo-estado y local-global. (Bunge,
2013, p. 86). En la concepción de Bunge ambas son parcialmente verdaderas,
porque ambas niegan que la sociedad sea un sistema de subsistemas de distintos
tipos. Por ejemplo, cada individuo que nace, lo hace dentro de una familia que
tiene un sistema de valores, creencias y tradiciones (moral colectiva), empero,
con el paso del tiempo podrá decidir que valores aceptar y cuales rechazar (ética
individual). En todo caso, ambas niegan la coexistencia de la competencia y la
cooperación dentro y entre sistemas sociales (Bunge, 2013, p. 86).
Nuestros primos hermanos por ejemplo, chimpancés
y bonobos comparten parte de nuestro comportamiento político en sus prácticas
sociales. Los chimpancé, por ejemplo,
viven en sociedades patriarcales rígidas y verticales, la coalición entre machos y la competitividad
han sido importantes para su desarrollo, una de las características principales
para tomar el poder del grupo es a través de la violencia. Los bonobos por su
parte viven en sociedades matriarcales donde la fuerza se centra en la
coalición que logran las hembras. Viven en sociedades menos rígidas y
cambiantes, al mismo tiempo más pacíficas (no existen registros de matanzas
entre bonobos) y, se caracterizan por crear vínculos muy fuertes a través del
sexo. De Waal (2014, p. 77) cita un estudio de Brian Hare donde es notoria una
mayor predisposición de los bonobos a cooperar que los chimpancés. A través de una plataforma que tenía que ser
jalada para acercar la comida, los chimpancés encontraron fuertes dificultades
para desligarse de su competitividad, no sucedió así con los bonobos. ¿Qué hace que nuestros primos hermanos vivan
en sociedades tan diferentes? La
primatóloga Isabel Benhcke responde que es una respuesta que se sigue buscando,
sin embargo los indicios dan respuestas sobre dos aspectos, recursos y ser
animales sociales. En el caso de los recursos, los bonobos viven en bosques
tropicales lo que implica la abundancia de frutas casi todo el año, las hembras
al tener cantidades importantes de recursos andan juntas, haciendo que las
coaliciones entre hembras creen sociedades más pacíficas. Los chimpancés por su
parte se han desarrollado en lugares menos privilegiados para su alimentación,
lo que implica una contextura física más fuerte y también ha impulsado su
organización en grupos para la caza. El segundo punto, ser animales sociales,
implica que los comportamientos van pasando de una generación a otra como un
aspecto «cultural» dentro de las comunidades de bonobos y chimpancés. En
consecuencia, este tipo de comportamientos se ven reforzados de una generación
a otra en ambas especies. (Nuestros primos hermanos los bonobos, 2012). Si
observamos la historia política del hombre encontraremos similitudes con
nuestros primos evolutivos.
La competencia y la cooperación se
encuentran en el centro de nuestro desarrollo. Por otra parte en el ámbito
político humano, seguimos manteniendo prácticas culturales antiguas a pesar de
la abundancia de recursos, información y cambios tecnológicos. Las clases
políticas dirigentes, por ejemplo, siguen utilizando herramientas antiguas de
la política, tales como la retórica, la propaganda, el chismorreo y el
colocarse como la única vía de solución para todos los problemas que acaecen en
la sociedad. Maquiavelo (2008, p. 23) describió la fuerza de la práctica
cultural en política de la siguiente manera: “Diré que hay menor dificultades en conservar un Estado hereditario,
acostumbrado ya al linaje de sus príncipes, que en uno nuevo”. El estar
acostumbrados a ser gobernados por una élite dirigente que resuelva cada uno de
nuestros problemas, implicará un grado importante de dependencia. El problema
es que al solicitar de manera vehemente la ayuda del Estado nos olvidamos que
esto implica un grado de pérdida de libertades individuales. Podemos estar de
acuerdo que restringir ciertas libertades puede tener un beneficio colectivo.
Por ejemplo, evitar la justicia por mano propia. El problema radica en decidir
¿Qué se debe restringir y que no? Algunos estarán de acuerdo en restringir el
matrimonio igualitario, otros la legalización del aborto, incluso algunos
llegarán a pedir la restricción y censura de lo que se debe escuchar o,
considerar como música, ver en la televisión, jugar en línea y hasta leer.
Estás prácticas forman parte del mundo pre-moderno e implicaría retrocesos en
muchos ámbitos de nuestra vida.
En tal sentido “la política no es más que el conjunto de las razones para obedecer y
las razones para sublevarse”. (Savater, 2003, p. 39). Porque en caso de no revelarnos contra este
tipo de prácticas que atentan con el derecho a elegir sobre lo que se quiere
consumir por el “bien colectivo”, perdemos pues nuestro derecho a ser
responsables de nosotros mismos. Estás prácticas premodernas no solo se
limitan en el campo de las restricciones, sino, también en la confianza que
colocan los ciudadanos en algunos candidatos (personas) al momento de elegir un
representante. Uno de los problemas de elegir representantes en elecciones por
aspectos físicos, (color de piel, rasgos identitarios, juventud, atractivo (a),
etc.) por aspectos emocionales (carisma, simpatía, etc.) o aspectos ideológicos
(religioso, ambientalista, feminista, etc.) Es que por alguno de esos motivos
podemos considerar que ese mortal es la mejor opción. Existen incontables
ejemplos de potenciales candidatos que desde su activismo social, sindical,
campesino, ambientalista, entre otros, llegaron al poder y los votantes no
consiguieron lo que solicitaban. Muchas veces desatando cúmulos de
frustraciones y esperando nueva e ingenuamente que otro candidato pueda cumplir
con el deseo del votante. Lastimosamente una gran mayoría que se pudiera
considerar como un potencial “buen candidato a representante”, de ser alguien
comprometido por una causa termina haciendo lo mismo o retrocediendo de lo que
su antecesor había realizado. Una analogía que ejemplifica este proceso mayoritario
en lo que a política se refieres, sucede con el personaje de la franquicia de
star wars, Anakin Skywalker que
siendo alguien “bondadoso”, cambia y pasa al lado oscuro para convertirse en Darth Vader.
En todo
caso resultaría pertinente evaluar profunda y concienzudamente cuando solicitar una regulación del Gran
Hermano y, recordar que también la política “es simplemente un conflicto de intereses disfrazado de lucha de
principios” y “manejo de intereses
públicos en provecho privado”. (Bierce, 2008, p. 162).
Imagen tomada de: https://www.socialhizo.com/historia/edad-antigua/grecia-sociedad-y-vida-cotidiana.
Bibliografía
Bierce,
A., (2008). El diccionario del Diablo. Madrid- España: EDIMAT S.A.
Bunge,
M., (2013). Filosofía Política: solidaridad, cooperación y democracia integral.
Barcelona España: Gedisa.
De
Waal, F., (2014). El bonobo y los diez mandamientos: en busca de la ética entre
los primates. Barcelona España: Tusquets Editores.
Macchiavelli,
N., (2008). El príncipe. Buenos Aires Argentina: Gradifco.
Savater,
F., (2003). Política para Amador. Colombia: Planeta.
Tejedor,
F., Punset, E., (2012). Nuestros primos hermanos los bonobos. [http://www.rtve.es/alacarta/videos/redes/redes-nuestros-primos-hermanos-bonobos/1582879/]. España:
Smart Planet.
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