“Por todo el mundo y a lo largo de toda la historia, se ha asesinado a
más personas para imponer la justicia que para satisfacer la codicia”
Steven Pinker
Desde que el gobierno boliviano
actual propuso un referéndum para buscar una nueva re-re-elección teniendo
entre sus fines seguir en el poder de manera indefinida, muchos ciudadanos se manifestaron
en las calles, redes sociales y medios de comunicación para evitar que aquello
se materialice. Al tiempo, una de las banderas tomadas por la ciudadanía fue la
defensa de un elemento central en nuestro actual sistema democrático, la
alternancia. Luego, con un resultado logrado a favor en el referéndum para
aquellos ciudadanos que consideran a la alternancia y renovación trascendental
para el sano desarrollo del sistema democrático, el gobierno no cesó en sus
pretensiones y, a través de un recurso
abstracto de inconstitucionalidad contra la limitante constitucional a los
mandatos consecutivos, el 28 de noviembre de 2017 (un día negro para la
democracia boliviana) seis magistrados (léase delincuentes) del Tribunal
Constitucional Plurinacional emitieron un fallo a favor de tales pretensiones desconociendo
los resultados de dicho referéndum.
Nuevamente, la violación
constitucional, el desconocimiento de los resultados del 21 de febrero de 2016
y la vulneración del sistema democrático boliviano han sido los argumentos para
seguir combatiendo al régimen en cualquier espacio que sea válido para expresar
el disgusto, preocupación y molestia
contra el abuso de poder del gobierno.
En esa línea apelando a la razón
sería válido buscar el restablecimiento institucional sobre aquellos valores y
sistema que eviten la perpetuación y el abuso de poder de cualquier gobierno,
tanto del actual, como de los venideros. Pero resulta que los abusos de poder
realizados por un régimen con una línea ideológica medianamente definida,
permite a los ciudadanos identificar al
tipo de gobierno ya sea como socialista, nacionalista, comunista, etc. Haciendo
que muchos se inclinen por apreciar aquellos grupos o líderes que representen una
opción contraria sin importar el extremo de sus ideas, evitando así, la
reflexión sobre si esas ideas revitalizarán un sistema democrático venido a
menos. Claro está que la democracia no es un fin en sí mismo, más bien es un
medio que permite el reconocimiento y participación de todos los ciudadanos en
lo que se refiere a la cosa pública.
Permitiendo por ejemplo gozar de
derechos individuales y libertades que garanticen el respeto de las minorías
por las mayorías. Sin embargo, la defensa de sus valores si se pueden considerar
un fin, porque nos permite una igualdad de condiciones en participación,
derechos y libertades que cada ciudadano debería poseer para poder
desarrollarse y buscar aquello que lo haga feliz. Sin importar etnia de origen,
creencias, sexo, género o cualquier factor que diferencia a los ciudadanos.
Después de la victoria de
Bolsonaro en Brasil muchos bolivianos “defensores de los valores democráticos” rebosaron
de alegría porque ahora existe un “aliado” para luchar contra el socialismo y
el régimen de Morales en Bolivia. Muchos de estos ciudadanos dicen estar a
favor de la “defensa de la democracia”, sin embargo no observan a sus valores como un fin, sino
como un instrumento de mera utilería para deshacerse de aquellos regímenes socialistas
que se encargaron de destrozar a países con la corrupción, aumento de la
violencia, desempleo y sobre cualquier factor que pueda considerarse de extrema
necesidad por la población en general para cambiar de rumbo en ciento ochenta
grados. Esto ha ocurrido en el pasado. La pérdida de confianza en los sistemas
democráticos en Europa llevó al surgimiento de los nacionalismos en la segunda
década del siglo XX y sabemos las consecuencias que eso trajo. Por eso, con
esos antecedentes y declaraciones pasadas como: “…Ellos (Judíos) no eran
amantes de la limpieza, podría apreciarse por su simple apariencia… muchas
veces sentí nauseas ante el olor de esos individuos vestidos de caftán”. Se nos
hace importante comparar con declaraciones actuales que manifiestan lo siguiente:
"Yo fui a una quilombola en Eldorado Paulista. Miran, el afrodescendiente
más delgado allí pesaba siete arrobas. ¡No hacen nada! Creo que ni para
procrear sirve ya. Más de 1 billón de reales gastado al año en ellos". Si
bien pueden existir distancias considerables entre lo que pensaba Hitler de los
judíos y Bolsonaro de los afrodescendientes, es evidente que ambos pueden ser
considerados racistas porque sin ningún reparo dudan en expresar y generalizar
algunas diferencias remarcando el origen de la raza. Por otra parte el líder
del partido Nacionalsocialista afirmaba: "Con humanidad y democracia nunca
han sido liberados los pueblos"- también decía- “Mi punto de vista
personal fue firme desde el primer momento: odiaba profundamente a toda caterva
de miserables situacionistas políticos… hizo que yo les considerase, ya desde
entonces, maduros para la horca”. Por su parte el actual presidente del Brasil
manifestó: "Yo soy favorable a la tortura, tú lo sabes"- y en otra
ocasión planteó- "a través del voto, no va a cambiar nada en este país.
Solo va a cambiar, desafortunadamente, cuando nos partamos en una guerra civil.
Y haciendo el trabajo que el régimen militar no hizo: matando a unos 30.000,
comenzando por FHC". Aquí es explicitó el apego a la violencia para ambos,
y no un llamado a los valores que deberían ser primordiales de defenderse,
antes de cualquier exceso bajo criterios de respeto a los derechos humanos por
ejemplo. Otra semejanza es la colocación de lo divino para cumplir la “misión
vital”. Hitler decía: “Si la providencia me hubiese colocado en el lugar de
esos ignorantes… quizás otro hubiera sido el desenlace de la lucha”-y también
planteó - “Debo cumplir con mi misión histórica y la cumpliré porque la Divina
Providencia me ha elegido para ello”. Bolsonaro por su parte declaró: “Necesitamos
de un presidente honesto que lleve a Dios en su corazón”- en ese mismo discurso
termina diciendo- “… Necesitamos de un presidente que sobre todo mantenga su
palabra… ¡Brasil sobre todo! ¡Dios por encima de todos!”.
Muchas de estas
aseveraciones fueron hechas antes de que ambos asuman el poder permitiéndonos
reflexionar y encontrar algunos paralelismos guardando distancia entre ambos
sobre el nivel de racismo, misoginia, la guía divina, entre otras. Y guardando
distancias sobre el contexto históricos en el que se desenvuelve cada uno de
estos acontecimientos. Por otra parte, este paralelismo no solo se establece
bajo similares criterios de pensamiento y sentir, sino en el ascenso de ambos liderazgos.
La necesidad, desesperación y el llamado al “cambio” por la mayoría de la
ciudadanía hicieron surgir a ambos líderes en contextos diferentes, bajo una
línea discursiva dura u opuesta a lo que hacían y decían los gobiernos que los
antecedieron.
No solo los partidos de ultraderecha aprovechan esos momentos de
necesidad, Hugo Chávez y Evo Morales también ascendieron al poder por la misma
desesperación de los votantes. Es así que al margen de la simpatía que se pueda
tener por una u otra ideología, con discursos demagógicos por un lado y
autoritarios por el otro, el problema radica esencialmente en decisiones irracionales
provocadas por el miedo, la ira, molestia, angustia, ignorancia o
desconocimiento de elementos importantes que necesita la democracia. Al mismo
tiempo que se deja de lado la racionalidad y al apego a valores fundamentales
para juzgar ciertas actitudes que no ayudarán
a reivindicar el sistema democrático. Ocasionando
así decisiones que pueden socavar y ahondar la crisis del sistema. Más allá de
la ideología de preferencia que se tenga, considerar por ejemplo que los regímenes
de Morales, Maduro y Ortega defienden la “dignidad” y a los “pobres” luchando
contra el “imperio” y las oligarquías, es tan falaz como creer que un candidato
presidencial que dice creer en Dios, pero habla de desear la muerte de su hijo
si fuera homosexual, se declara a favor de la tortura y, que las minorías deben
someterse a las mayorías, respetará los valores democráticos sin restricciones
a las libertades individuales. Argumentos que algunos “defensores de los
valores democráticos” cándidamente justifican como “un discurso de mero marketing
político”. Probablemente la juventud democrática, el falso apego a sus valores y
la inmadurez política de la mayoría de
los ciudadanos latinoamericanos nos pueden traer curas mucho peores que la
enfermedad.
Referencias
Frases de Bolsonaro https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-45969725
Frases de Hitler https://es.wikiquote.org/wiki/Adolf_Hitler
Declaraciones de Bolsonaro https://www.youtube.com/watch?v=iILr2F4eQOE
Hitler, A., Mi Lucha (p. 54; p. 156).
Pinker, S., (2018) En Defensa de la ilustración, (p. 50), Paidos:Buenos Aires-Argentina.
Imagen extraída de: https://twitter.com/elhumorgrafico
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