lunes, 28 de mayo de 2018

La bondad de transgredir el dogma


Mario Mercado Callaú 

La religión no se basa en hechos reales, surge del anhelo humano, nunca satisfecho, de eternidad y absoluto.
Juan José Sebreli

Revista Percontari tema,
La religión

En 1794 Thomas Paine escribió; Solo por el ejercicio de la razón puede el hombre descubrir a Dios; quítenle la razón y será incapaz de comprender nada (2003, p. 39). En tal sentido la creencia en seres u objetos con poderes divinos han acompañado al hombre casi desde sus inicios, dando lugar a los primeros atisbos de desarrollo cultural. La falta de respuesta a infinidad de interrogantes establece una relación entre el escaso conocimiento y poco entendimiento de la realidad, con la invención de explicaciones que sustente la intervención de deidades. En  muchos casos el miedo hacia fenómenos naturales, enfermedades, injusticias y la propia mortalidad, llevaron al hombre en ese tranvía que buscaba explicaciones sencillas y medianamente lógicas que aminoraran su angustia y ansiedad que corroía su espíritu al no tener respuestas.  Es cierto que este tipo de creencias, y en todo caso, sistemas más complejos como las doctrinas religiosas han sido importantes en el desarrollo de la cultura y la civilización. Al mismo tiempo existen algunos estudios sobre creyentes en Estados Unidos indicando que estos tienen menos probabilidades de abusar de drogas, cometer crímenes, divorciarse y suicidarse (Seligman, 2011, p. 99).  Muchas tradiciones y costumbres que cada pueblo, tribu o comunidad tiene, le debe mucho al entramado de creencias metafísicas que se han ido tejiendo en cada una de estas sociedades en el tiempo. También se puede reconocer el carácter civilizatorio en muchos casos cuando hablamos de creencias más complejas y finamente elaboradas, que con el paso del tiempo persisten hasta nuestros días. En esa línea, gran parte de la estabilidad social en muchas culturas a lo largo del tiempo ha dependido de ellas. Paradójicamente, la conciencia y razón humana ayudaron a establecer sistemas doctrinales que explicaran muchos aspectos de nuestra naturaleza a partir de lo místico. Sin embargo, la aceleración del conocimiento y entendimiento de la realidad, no genera un desapego sencillo hacía lo religioso. Pasa que, todo lo bueno que tienen los sistemas religiosos para la formación de la estructura cultural de una sociedad conlleva la inamovilidad de la doctrina, no permitiendo la falsación del dogma. Por tanto, al dudar y cuestionar algunos de sus pilares, no solo se socavan las estructuras culturales del colectivo, si no los cimientos y estructuras del componente moral individual.

Hombres de todo tiempo han puesto en duda las creencias doctrinales de la sociedad a la que pertenecían. A consecuencia de tales atrevimiento muchos ganaron burlas por parte de sus congéneres,  y en algunos casos hasta la muerte. De tal modo se hace pertinente señalar el escaso avance del conocimiento humano cuando las teocracias cristianas dominaban occidente. A tiempo que en medio oriente vivía momentos de lucidez y desarrollo. Con el paso del tiempo los papeles se cambiaron. Occidente a través del pensamiento humanista, el renacimiento, guerras civiles y  la revolución protestante (sin quererlo) llevaron el desarrollo cultural a otro nivel. Cuestionar, reflexionar y no estar de acuerdo fueron elementos importantes para el desarrollo de la ciencia, filosofía y la política. Sin duda, no todo ha sido grato. Basta mirar los conflictos mundiales a principio del siglo XX y la impostura de regímenes dictatoriales que han causado calamidades a millones de personas. Sin embargo, hoy por lo menos una gran mayoría no ve a los tiranos como una extensión de lo divino. 

Por otra parte, medio oriente tomó un camino diferente intensificando su desarrollo cultural en base a las doctrinas profesadas por Mahoma. Alá comenzó a ser el centro de todo, y la revelación del Corán aparece como lo absoluto y único que importa. Y es que la pasión por las doctrinas deja poca cabida a la razón. Un estudio realizado por Sheena Sethi Iyengar que relacionaba el optimismo y la fe religiosa planteaba entre sus primeras conclusiones que cuanto más fundamentalista es la religión más optimistas son sus fieles (Seligman, 2011, p. 100). En tal sentido, puede resultar sencillo caer en la candidez de asumir que a través del sistema de creencia que se profesa, este, nos llevará en todo momento  hacer el bien y en ningún momento el mal. En todo caso, el sesgo de muchas decisiones éticas y morales sucede cuando se asume que un sistema doctrinal es el faro de la “verdad”.

Richard Dawkins, biólogo contemporáneo muy reconocido y activista del movimiento ateo habla con un joven hombre perteneciente al islam llamado Yousef Al-khattab. En la entrevista Yousef plantea que uno de los problemas de los ateos, entre otras cosas,  es no creer en leyes fijas, sino en constituciones cambiantes: - Si no creen en las leyes de Dios ¿Qué leyes pueden tener?-. Existe un riesgo constante cuando se entiende que ciertos principios religiosos son un absoluto moral. No se trata de relativizar los valores morales, sino de entender porque existen cambios en la perspectiva de análisis de los mismos. Provocando en muchos casos, la mutación de sus conceptos iniciales. Es evidente que no todos los cambios conceptuales de los valores morales, leyes, etc. Se hacen en función de un entendimiento profundo de la realidad, muchos cambios son productos del componente ideológico del partido que gobierna y/o detenta el poder. Pero también existen cambios por la profundización de los conceptos que muchos valores solían tener. Esto a través de estudios sobre los fenómenos sociales que constantemente cambian por factores mismos de la cultura. Por ejemplo el avance de la tecnología.   Pero creer que se hace el bien haciendo mal, no es un problema exclusivo del Islam. Podemos encontrarlo en muchas facciones del cristianismo. Juan José Sebreli hace una crítica puntual a unos de los íconos del catolicismo de las últimas décadas, la madre Teresa de Calcuta. Su crítica se basa en la prédica que la madre Teresa hacía en contra del control de natalidad y el uso de preservativos, dando lugar al aumento de SIDA y natalidad, expandiendo la enfermedad y pobreza que supuestamente combatía en la India (Sebreli, 2017, P. 211). No se busca  atacar la libertad que cada individuo tiene al elegir y seguir un sistema de creencias que satisfaga sus necesidades espirituales. Sino más bien evitar el absolutismo moral de cualquier doctrina religiosa. Por lo tanto, será importante evitar su impostura en el sistema educativo y en la elaboración de políticas públicas que afectan a todo el conjunto social de un estado determinado. En esa línea, cuando hablamos de aborto, derechos para la comunidad LGTB, legalización de las drogas o eutanasia, será pues pertinente hacerlo dentro de un marco común de entendimiento racional y, tratado como problemáticas sociales, más allá del componente metafísico doctrinal que tienen los sistemas religiosos. Como recientemente diría el filósofo argentino Darío Sztajnszrajber en su intervención en el debate sobre el aborto “se trata de política no metafísica”. En todo caso, el conocimiento ha acelerado el proceso racional en ciertos aspectos de nuestra cultura y debería servir para abordar de mejor manera los temas que preocupan a la sociedad. En la actualidad, por ejemplo, dependiendo del nivel de educación que tiene la sociedad, muchos individuos al sentir una molestia física prefieren asistir a una consulta médica con un licenciado en medicina que tenga alguna especialidad, antes que asistir donde un curandero o chamán. Al mismo tiempo, si se tiene un problema emocional  o mental se prefiere ir a un psicólogo o psiquiatra antes que donde un cura o pastor. No es raro encontrar que en países con estándares de educación más elevada  la secularización, agnosticismo o ateísmo vayan en aumento y que sus índices de convivencia sean óptimos. Algunos estudios han causado revuelo como el del sociólogo de Stanford Robb Willer al revelar que los hijos de personas no religiosas o ateas eran más solidarios que el de personas creyentes. En cierto sentido carecer o abandonar un sistema moral heredado puede llevar a individuos a reflexiones éticas profundas que al simple cumplimiento de unos cuantos mandamientos impuestos por la sociedad y su costumbre. En ese contexto vale recordar el escrito de un buen transgresor del dogma - No creo en el dogma de la iglesia judía, de la iglesia católica, de la iglesia griega… ni el de ninguna que conozca. Mi intelecto es mi propia iglesia. (Paine, 2003, p. 13).



Bibliografía

Paine, T., (2003), La edad de la Razón., México D.F.- México: Conaculta.

Sebreli, J. J., (2017), Dios en el laberinto. (4ta. Edición), Buenos Aires- Argentina: Sudamericana.

Seligman, M., (2011), La auténtica felicidad. Buenos Aires- Argentina: Zeta.

Debate Aborto - Darío Sztajnszrajber (Publicado 2018, 17 de abril). [https://www.youtube.com/watch?v=DbiK0w4eCA0]

El buen samaritano es el ateo. (2015, 6 de noviembre) El País: España [https://elpais.com/elpais/2015/11/05/ciencia/1446717405_450204.html]

Richard Dawkins hablando con un fundamentalista musulmán. (Extracto de su documental "Root of all evil). (Publicado en la red 2007, 4 de junio). [https://www.youtube.com/watch?v=IHRkMcVrt2w]

Imagen de Galileo ante el Santo Oficio, pintura del siglo XIX, por Joseph-Nicolas Robert-Fleury

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