Mario G. Mercado Callaú
En el último libro de la saga Fundación (Fundación y Tierra), Isaac Asimov narra como el héroe de esta historia de ciencia ficción, al no conseguir documentos y vías legales para el ingreso de una mujer de su tripulación a otro planeta, usa como último recurso una perversión de la gran hermandad masculina.
El héroe apelando a los lazos de hermandad masculina con la autoridad de migración le comenta que la mujer abordo cumplía la labor de satisfacer sexualmente a dos hombres en la nave, el héroe y su amigo. El problema estriba en que el amigo estaba comprometido y de anunciarse públicamente que existía una mujer abordo sin documentos, llegaría a oídos de la pareja oficial del amigo y como consecuencia su relación se terminaría. El agente de migración (un hombre) decide dejarlos pasar. El héroe al entrar en la nave explica su treta a la mujer que no entendía como la habían dejado pasar sin ningún documento: “Entre los varones existe una especie de masonería… y un hombre no traiciona nunca a otro, incluso le ayuda en caso sea necesario. Supongo que todo obedece a que los papeles puedan invertirse en otra ocasión”.
Hay dos cuestiones que parecen relevantes sobre éste breve fragmento. Primero, la historia en cuestión está escrita por uno de los narradores de ciencia ficción y divulgador científico más importantes del siglo XX, el enorme Isaac Asimov. Segundo, que el contexto en el que se desarrolla el fragmento es aproximadamente a más de 20.000 (veinte mil) años en el futuro, lo que plantea que la hermandad masculina mantendrá sus fuertes lazos con el transcurso del tiempo.
Personalmente admiro con profundidad la enorme obra de Isaac Asimov. No obstante, sé que a lo largo de su vida, aprovechando la
impunidad que la fama otorga, acosó sexualmente
a muchas mujeres lo que también merece mi total condena y en igual proporción mi repudio.
Esto plantea que, más allá de la admiración, la amistad y
los lazos de sangre que exista entre personas, se pueden valorar algunas cosas
que, no implica dejar de condenar otras.
En Santa Cruz de la Sierra, ciudad y sociedad que creo
conocer medianamente, se extiende de manera fortalecida la gran hermandad
masculina, con base en tradiciones y creencias fuertemente machistas, otorgando un alto grado de impunidad social a agresores masculinos en el hogar.
El último verso del romancillo Coto Colorao refleja de
manera literal el grave problema:
Era un hombre bueno
que se echó a perder
a causa y por culpa
de su esposa infiel.
El hombre bueno (Coto Colorao), de la historia en cuestión,
comete un feminicidio, sin embargo, la culpa es de la “mala mujer”.
Hace poco en nuestra ciudad, salió a luz pública un nuevo
caso de abuso extremo hacia una mujer y su hijo. El abusador, padre del menor y
expareja de la mujer no recibió casi ninguna condena de la gran hermandad
masculina. Desde autoridades, Instituciones cívicas hasta pasar por los individuos que forman
parte del tejido social cruceño.
Activistas e intelectuales mujeres con buen tino
condenaron a los integrantes de la gran hermandad masculina por su
omisión y falta de valor civil. Lo que me lleva a reflexionar sobre el hombre
cruceño en general.
Un gran porcentaje de hombres en Santa Cruz de la Sierra
buscan con mucha vehemencia tres logros como los máximos objetivos en sus
vidas: tener un buen estatus social, tener cada vez una prominente posición económica
y ser reconocidos aunque sea por logros o atributos colectivos. Otro gran
porcentaje de hermanos de esta gran logia se caracterizan por pavonearse en
jaurías el fin de semana con alcohol y/o mujeres que validen sus genuinos
logros.
Si a este selecto grupo añadimos que, las actividades culturales o
aquellas que inspiran e insuflan el espíritu como la lectura, la música y el
arte no forman parte alguna de sus intereses, hacemos referencia al concepto popular
femenino del “camba básico”.
La cuestión con el “camba básico” pasa porque al contrario
de lo que plantean algunas feministas que presuponen que el sistema
(patriarcal) hace que los hombres conscientemente vean inferiores a las mujeres
y las quieran someter o, por lo menos, no dejar acceder a cargos de poder que
el patriarcado quiere mantener para sí, pienso que en principio la visión
masculina pasa por ver de manera desigual sus derechos sexuales con respectos a los
de la mujer.
El “cambas básico“ casado, por ejemplo, siente que tiene derecho a tener relaciones
con otras mujeres, llámense prostitutas o amantes (cholas) y, esto hace que, de manera explícita en las grandes reuniones que tienen, ya sea en días de "frater", en
una pesca o después del futbol, aprovechen de exponer abiertamente sus
infidelidades con orgullo, siendo aprobados por un número importante de sus correligionarios.
No obstante, este derecho masculino no es posible para las mujeres, porque la
mujer al casarse parece perder su estatus de persona y adquirir atributos de
propiedad privada masculina (condición de ver inferior a la mujer de manera
inconsciente).
El problema es que esto ha sido aceptado por generaciones,
no sólo por un gran número de individuos pertenecientes a la hermandad
masculina, sino, también, por un gran número del grupo de sororidad femenina.
Lo que da impunidad a muchos "cambas básicos" que pululan en nuestra sociedad.
Si consideramos como ciertas estas aseveraciones y además asumimos
que vivimos en una sociedad que ha sido y es violenta, las condiciones están
dadas para que potenciales feminicidas actúen con cierto grado de impunidad
social en las mazmorras de sus hogares.
Parecen no recordar que al estar en una posición de
neutralidad (mejor llamada tibieza), en una situación de injusticia se elige el lado del opresor. Con justa razón
algunas activistas e intelectuales cruceñas salieron públicamente a denunciar
el ensordecedor silencio masculino.
Mientras la gran hermandad masculina no reflexione sobre que
es importante valorar y que se debe condenar en nuestra sociedad, la agresión
contra la mujer y la impunidad de delincuentes del hogar seguirá incólume.
En consecuencia, los hombres que pecan por omisión al no
pronunciarse frente actos de injusticias y abusos para con las mujeres, pagarán
en algún momento con los sufrimientos y vida de sus madres, hermanas e hijas,
algo que debería motivarlos a asumir otra actitud y un poco de valor civil.
Imagen recuperada de: https://habitarquitectura.wordpress.com/2012/11/30/no-mas-maltrato-hacia-la-mujer/mujermaltratoviolenciogolpessilenciogolpeada/
Estimado, concuerdo con casi todo, pero acoto: la sororidad Nunca ha sido una práctica fuera del movimiento feminista, ese alcahueterío de mujeres hacia los machismos de los hombres no es sororidad, tapar delitos de hombres entre mujeres no es sororidad; callarse porque entre ellas se normaliza no es sororidad. Por favor pido repensar la palabra que uses, ya que la sororidad no es esa pendejada básica que la RAE difunde como sororidad; la sororidad no es "amistad entre mujeres" es un replanteamiento político-afectivo a la amistad justamente, en contraposición a la amistad de "frater" que es anterior al cruceñismo. Por favor, la palabra sororidad no aplica, no corresponde ni conceptual ni contextualmente.
ResponderEliminarGracias por el comentario. En efecto, el término sororidad es utilizado de manera retórica y con una explícita ironía. Probablemente debí colocar comillas.
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