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domingo, 18 de julio de 2021

Lo Perverso de la Gran Hermandad

 Mario G. Mercado Callaú

En el último libro de la saga Fundación (Fundación y Tierra), Isaac Asimov narra como el héroe de esta historia de ciencia ficción, al no conseguir documentos y vías legales para el ingreso de una mujer de su tripulación a otro planeta, usa como último recurso una perversión de la gran hermandad masculina. 

El héroe apelando a los lazos de hermandad masculina con la autoridad de migración le comenta que la mujer abordo cumplía la labor de satisfacer sexualmente a dos hombres en la nave, el héroe y su amigo. El problema estriba en que el amigo estaba comprometido y de anunciarse públicamente que existía una mujer abordo sin documentos, llegaría a oídos de la pareja oficial del amigo y como consecuencia su relación se terminaría. El agente de migración (un hombre) decide dejarlos pasar. El héroe al entrar en la nave explica su treta a la mujer que no entendía como la habían dejado pasar sin ningún documento: “Entre los varones existe una especie de masonería… y un hombre no traiciona nunca a otro, incluso le ayuda en caso sea necesario. Supongo que todo obedece a que los papeles puedan invertirse en otra ocasión”

Hay dos cuestiones que parecen relevantes sobre éste breve fragmento. Primero, la historia en cuestión está escrita por uno de los narradores de ciencia ficción y divulgador científico más importantes del siglo XX, el enorme Isaac Asimov. Segundo, que el contexto en el que se desarrolla el fragmento es aproximadamente a más de 20.000 (veinte mil) años en el futuro, lo que plantea que la hermandad masculina mantendrá sus fuertes lazos con el transcurso del tiempo.

Personalmente admiro con profundidad la enorme obra de Isaac Asimov. No obstante, sé que a lo largo de su vida, aprovechando la impunidad que la fama otorga,  acosó sexualmente a muchas mujeres lo que también  merece mi total condena y en igual proporción mi repudio.

Esto plantea que, más allá de la admiración, la amistad y los lazos de sangre que exista entre personas, se pueden valorar algunas cosas que, no implica dejar de condenar otras.

En Santa Cruz de la Sierra, ciudad y sociedad que creo conocer medianamente, se extiende de manera fortalecida la gran hermandad masculina, con base en tradiciones y creencias fuertemente machistas, otorgando un alto grado de impunidad social a agresores masculinos en el hogar.

El último verso del romancillo Coto Colorao refleja de manera literal el grave problema:

Era un hombre bueno

que se echó a perder

a causa y por culpa

de su esposa infiel.

El hombre bueno (Coto Colorao), de la historia en cuestión, comete un feminicidio, sin embargo, la culpa es de la “mala mujer”.

Hace poco en nuestra ciudad, salió a luz pública un nuevo caso de abuso extremo hacia una mujer y su hijo. El abusador, padre del menor y expareja de la mujer no recibió casi ninguna condena de la gran hermandad masculina. Desde autoridades, Instituciones cívicas hasta pasar por los individuos que forman parte del tejido social cruceño.

Activistas e intelectuales mujeres con buen tino condenaron a los integrantes de la gran hermandad masculina por su omisión y falta de valor civil. Lo que me lleva a reflexionar sobre el hombre cruceño en general.

Un gran porcentaje de hombres en Santa Cruz de la Sierra buscan con mucha vehemencia tres logros como los máximos objetivos en sus vidas: tener un buen estatus social, tener cada vez una prominente posición económica y ser reconocidos aunque sea por logros o atributos colectivos. Otro gran porcentaje de hermanos de esta gran logia se caracterizan por pavonearse en jaurías el fin de semana con alcohol y/o mujeres que validen sus genuinos logros.

Si a este selecto grupo añadimos que, las actividades culturales o aquellas que inspiran e insuflan el espíritu como la lectura, la música y el arte no forman parte alguna de sus intereses, hacemos referencia al concepto popular femenino del “camba básico”.

La cuestión con el “camba básico” pasa porque al contrario de lo que plantean algunas feministas que presuponen que el sistema (patriarcal) hace que los hombres conscientemente vean inferiores a las mujeres y las quieran someter o, por lo menos, no dejar acceder a cargos de poder que el patriarcado quiere mantener para sí, pienso que en principio la visión masculina pasa por ver de manera desigual sus derechos sexuales con respectos a los de la mujer.

El “cambas básico“ casado, por ejemplo,  siente que tiene derecho a tener relaciones con otras mujeres, llámense prostitutas o amantes (cholas) y, esto hace que, de manera explícita en las grandes reuniones que tienen, ya sea en días de "frater", en una pesca o después del futbol, aprovechen de exponer abiertamente sus infidelidades con orgullo, siendo aprobados por un número importante de sus correligionarios. No obstante, este derecho masculino no es posible para las mujeres, porque la mujer al casarse parece perder su estatus de persona y adquirir atributos de propiedad privada masculina (condición de ver inferior a la mujer de manera inconsciente).

El problema es que esto ha sido aceptado por generaciones, no sólo por un gran número de individuos pertenecientes a la hermandad masculina, sino, también, por un gran número del grupo de sororidad femenina. Lo que da impunidad a muchos "cambas básicos" que pululan en nuestra sociedad.

Si consideramos como ciertas estas aseveraciones y además asumimos que vivimos en una sociedad que ha sido y es violenta, las condiciones están dadas para que potenciales feminicidas actúen con cierto grado de impunidad social en las mazmorras de sus hogares.

Parecen no recordar que al estar en una posición de neutralidad (mejor llamada tibieza), en una situación de injusticia se elige el lado del opresor. Con justa razón algunas activistas e intelectuales cruceñas salieron públicamente a denunciar el ensordecedor silencio masculino.

Mientras la gran hermandad masculina no reflexione sobre que es importante valorar y que se debe condenar en nuestra sociedad, la agresión contra la mujer y la impunidad de delincuentes del hogar seguirá incólume.

En consecuencia, los hombres que pecan por omisión al no pronunciarse frente actos de injusticias y abusos para con las mujeres, pagarán en algún momento con los sufrimientos y vida de sus madres, hermanas e hijas, algo que debería motivarlos a asumir otra actitud y un poco de valor civil.



Imagen recuperada de: https://habitarquitectura.wordpress.com/2012/11/30/no-mas-maltrato-hacia-la-mujer/mujermaltratoviolenciogolpessilenciogolpeada/ 

2 comentarios:

  1. Estimado, concuerdo con casi todo, pero acoto: la sororidad Nunca ha sido una práctica fuera del movimiento feminista, ese alcahueterío de mujeres hacia los machismos de los hombres no es sororidad, tapar delitos de hombres entre mujeres no es sororidad; callarse porque entre ellas se normaliza no es sororidad. Por favor pido repensar la palabra que uses, ya que la sororidad no es esa pendejada básica que la RAE difunde como sororidad; la sororidad no es "amistad entre mujeres" es un replanteamiento político-afectivo a la amistad justamente, en contraposición a la amistad de "frater" que es anterior al cruceñismo. Por favor, la palabra sororidad no aplica, no corresponde ni conceptual ni contextualmente.

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    1. Gracias por el comentario. En efecto, el término sororidad es utilizado de manera retórica y con una explícita ironía. Probablemente debí colocar comillas.

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