Mario G. Mercado Callaú
¿Es educada nuestra sociedad? En términos generales podemos afirmar que sí. Esto porque la educación escolar, académica y algunos valores de urbanidad se han extendido a casi todos los estratos de la sociedad. Lo que es debatible es el grado de educación que se tiene. Si quisiéramos estar con puntuaciones elevadas de educación –bajo algún ranking contemporáneo- todos los individuos que componen nuestra sociedad deberían tener acceso a los mejores colegios y universidades del mundo. Algo inviable para cualquier sociedad contemporánea, incluyendo las más ricas. No obstante, aunque pudiera cumplirse tal entelequia, no sería del todo satisfactorio. Existe una diferencia marcada entre individuos educados y cultos. Y éste segundo concepto –me refiero a culto- , aunque no sea para todos deseable debiera ser por lo menos analizado.
En un breve artículo escrito en 2011 por Priscilla Delgado se
marca la diferencia entre un ciudadano culto y uno educado. El ciudadano culto
sería alguien que posee un conjunto de conocimientos que le permiten
desarrollar un juicio crítico, mientras que un ciudadano educado es aquel que
obtiene una buena formación académica y conoce y predica la urbanidad como
forma de vida. Delgado se inclina por la formación de más ciudadanos educados,
esté artículo pretende aspirar al otro ciudadano, me refiero al culto.
Poder ser parte de cualquier sistema educativo, aunque sea
de un grado bajo de instrucción, es mejor que nada. Pero los sistemas
educativos tradicionales pueden causar severos daños en la motivación y
aspiraciones que tiene cualquier niño o joven sobre lo que desea conocer y
hacer.
En tal sentido encuentro algunas condiciones que deben
existir en la formación de ciudadanos que procuren tener un mayor grado de
cultura.
En primera instancia incentivar la curiosidad. Sucede que en
Santa Cruz, tradicionalmente la curiosidad ha sido vista como algo bastante
negativo. Pienso que tiene relación con la tradición conservadora y los tabúes propios
de nuestra sociedad. Es por muchos cruceños conocida aquella leyenda “La
curiosa”. Quien por poseer un espíritu fisgón sobre el acontecer de sus
conocidos, es castigada por un ser infernal con un paquete, para tentar su
curiosidad. Aquella mujer al abrir el paquete descubre huesos humanos, lo que
produce un miedo espantoso y la “cura” definitiva del temible mal, me refiero a
la curiosidad.
La curiosidad no sólo puede ser vista como algo negativo, es
de ella que emana las ansias por el conocimiento. Canalizar la curiosidad debe
ser un trabajo importante en padres y maestros para beneficio propio, el de sus
hijos y la comunidad.
Muchos docentes y maestros del mundo perciben que existe un
entusiasmo genuino en preguntas de niños entre los 7 y 10 años de edad.
Contrario a lo que ocurre con jóvenes que están por terminar la escuela o por
ingresar a la universidad. Algo pasó en ese tiempo que anula la curiosidad por
conocer y, que no debe ocurrir si aspiramos a la formación de ciudadanos más
cultos.
Las preguntas parecen incomodar a padres y maestros, quizá
porque no se tienen las respuestas o porque existen respuestas preestablecidas,
pero que no develan ningún misterio sobre lo que se quiere conocer.
En tal sentido, otro elemento importante es la construcción
de una pequeña biblioteca en el hogar.
¿Qué impacto tiene una biblioteca hogareña? Para responder a
esta pregunta lo haré a través de tres ejemplos, dos reales y uno de ficción
pero verosímil. Resulta que una figura descollante de la intelectualidad boliviana
es la de Gabriel René Moreno del Rivero, nacido en Santa Cruz de la Sierra en
el año 1836. Aquel suceso se da en medio de una población aproximada a los seis mil
habitantes y con muchas carencias. Por ejemplo, en vías de comunicación con otros centros
urbanos del país y de la región. Su biógrafo Josep M. Barnadas destaca que desde su
niñez, Gabriel tiene un espíritu de un verdadero ciudadano del mundo o cosmopolita. Para que
ese espíritu universalista haya tomado forma, hubieron acontecimientos
importantes en la infancia del ilustre intelectual: la apertura al diálogo con
extranjeros que llegaban a la ciudad y la biblioteca de su padre, única en
estos tiempos. Ambas hechos, han sido importantes en la vida de Moreno que marcaron
su infancia para poder entender ideas y vivencias que eran ajenas a su
realidad.
Por otra parte, una biblioteca hogareña ha sido la fuente de
liberación para individuos enclaustrados por una sociedad que los consideraba
ciudadanos de segunda. Este es el caso de la escritora Virginia Woolf. Ella y
su hermana no recibieron educación formal como sus hermanos. Empero la
biblioteca de su padre como aquellas relaciones de la familia con la
intelectualidad londinense de la época, fueron vitales para la formación
intelectual de ambas hermanas. Además, por sus conocimientos y actividades, ambas hermanas formaron parte del círculo de Bloomsbury. Estas reuniones
realizadas por excompañeros de la universidad del hermano mayor de las hermanas
Woolf, tenía entre sus participantes a John Maynard Keynes, Bertrand Russell,
entre otros intelectuales de renombre de la época. Lo trascendental del hecho
es que ambas mujeres eran las únicas aceptadas por aquel círculo intelectual y,
el centro de las reuniones durante mucho tiempo.
Tratar de ser ciudadanos cultos no sólo brinda una ingesta
cantidad de datos, información y conocimiento, para ganar admiradores y otras banalidades,
una biblioteca hogareña debidamente utilizada puede expandir la conciencia
sobre lo que somos, hacemos y que queremos del mundo.
En el cuento de ciencia ficción El hombre bicentenario de
Isaac Asimov se narra la historia de un robot autómata que es adquirido por la
familia Martin. Esta máquina tiene una propiedad diferente al resto de robot de
su tiempo, posee creatividad. Al principio Andrew Martin- robot de la familia
Martin- se dedica hacer las labores domésticas de la casa, sin embargo, el
propietario al descubrir su creatividad, ordena al robot dejar de hacer
aquellas labores y dar rienda suelta a su creatividad. Al mismo tiempo, deja a Andrew
utilizar su biblioteca con el ánimo de alentar aquella propiedad única que,
hasta ese momento era sólo de humanos. Con el paso del tiempo, Andrew Martin
genera mucho dinero para su propietario y para sí mismo, a través de la venta
de sus obras de arte. Y lo primero que Andrew desea es comprar su libertad.
Aunque éste ejemplo, es propio de un cuento de ciencia
ficción son muchos los libros a lo largo de la historia que han logrado
modificar el pensamiento de individuos y sociedades enteras, en busca de
mejores formas de vivir. Remarco que tener una biblioteca hogareña no sólo es
un primer paso para incentivar la curiosidad en los más jóvenes, sino también de
dar herramientas mejores para afrontar la vida en sus distintas dimensiones.
Aunque se ha sugerido muy sutílmente, la conversación con
individuos con costumbres e ideas diferentes puede también aportar un
importante capital cultural en nuestras vidas. Empezar hablar de problemas
sociales, morales y políticos no debiera ser prohibido en ningún hogar. Sucede
que aunque nos molestemos y se genere controversia sobre ciertos temas, la
ganancia del hábito de tener diálogos cada vez más civilizados sobre problemas
complejos tiene un valor inmensurable para la sociedad.
Y quizás algo remarcable, tratar de buscar ser ciudadanos más cultos no es interés del Estado o de alguna institución clerical, es una búsqueda privada. Si el Poder público no lo exige es quizá porque va en contra de sus propios fines.
Imagen recuperada de: https://twitter.com/futboltrotters/status/1260672238979858433/photo/1
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