Mario G. Mercado Callaú
Hace más de un año que se estrenó la película Joker. Manifiesto que tengo una opinión muy subjetiva y favorable sobre éste film, considerando que fue uno los mejores regalos del mundo cinematográfico en el último lustro.
Disfrute la película, tanto, como la
mayor parte del público que pudo observar la obra. No obstante, algunas escenas
generaron un dilema moral por las distintas sensaciones y emociones que me
provocaron. Por ejemplo (advierto sobre un breve spoiler), la escena donde Arthur Fleck (Joaquín Phoenix) en su
proceso de transformación para convertirse en el Joker mata de una manera muy
violenta a su excolega de trabajo Randall (Glenn Fleshler) y, al mismo tiempo,
en un acto de compasión deja vivir a Gary (Leigh Gill), también excompañero de
trabajo. La escena me encontró con una fuerte tensión que en lapsos de segundos
se transformó en risas y carcajadas mientras liberaba aquella tensión del acto
anterior (la muerte de Randall), esto, por la dramatización de como Arthur
decide dejar con vida a Gary.
Luego, la escena continúa con la entrada triunfal del personaje que
todos esperamos desde el inicio de la película, me refiero a Joker. La entrada
en escena del Joker tuvo un grato impacto en mi persona y, con un condimento
especial. La nueva escena utilizaba una canción de Paul Francis Gadd más
conocido como Gary Glitter. La canción en cuestión es Rock and roll (part 2),
canción que, gracias a mi padre escuché desde mi infancia, y mientras seguía la
secuencia cinematográfica generaba en mí una agradable sensación, a pesar que
segundos antes había presenciado la dramatización de una brutal muerte.
Al día siguiente, busqué canciones de Glitter como, I Didn't Know I Loved
You (Till I Saw You Rock and Roll) y Do You Wanna Touch Me? (Oh Yeah),
al tiempo que buscaba información biográfica del famoso ícono del glam rock de
la década de los 70.
Descubrí que Glitter tiene un alto prontuario
en cuanto a delitos sexuales. Desde poseer importantes archivos con pornografía
infantil, hasta múltiples denuncias por violaciones a menores de edad en
distintos países. Además, desde 2015 cumple una condena de dieciséis años por
intento de violación a una menor de edad.
Para algunos individuos, estos antecedentes
del compositor de Rock and roll part 2 hacen más siniestra aquella escena del
Joker. Bajo ese conocimiento, emergen preguntas a responder, ¿es moralmente
reprochable disfrutar una canción sabiendo que el creador es un conocido
pedófilo y pederasta?, ¿o en todo caso, se puede separar los actos privados de
un individuo que no tienen relación alguna con su obra? Pienso que, en éste y
en otros casos similares, será importante separar la obra del artista. Una
razón para ello sería analizar la relación de la obra con los inescrupulosos e
impúdicos actos del artista. En éste caso, la obra no tiene como fin conseguir
una condescendencia y/o empatía para con aquellos a los que brinda o regala su
obra, me refiero a la sociedad. Simplemente el artista expresa su genialidad
sobre aquello que hace mejor o gusta de hacer.
Por otra parte, uno puede admirar la obra del
artista y censurar, reprochar y solicitar justicia en cuanto a las faltas y
delitos que el artista realiza contra la sociedad.
En tal sentido, un individuo no debiera sentir
culpa por disfrutar una película de Mel Gibson, dejar de sentir asombro por las
obras de Caravaggio o sentir vergüenza al afirmar que Diego Armando Maradona ha
sido uno de los más grandes jugadores de fútbol de la historia.
Pero existen otras obras o “regalos” que
recibe la sociedad, que no merecen el mismo razonamiento ético. Pienso en las
obras de caridad, por ejemplo, que hizo durante mucho tiempo Pablo Escobar en
los barrios más pobres de Medellín. Esas donaciones, construcciones, regalos,
obras caritativas cumplen una función utilitaria para el que las realiza. En
tal caso, aunque algunos argumenten que el famoso narcotraficante pensaba en paliar
las condiciones de vida de los más pobres de Colombia debido a un pasado lleno
de carencias, también, existe la posibilidad de argumentar que a través de esos
regalos se compran lealtades, seguridad, la construcción de una imagen de
benefactor y distintos beneficios que busca el autor con sus supuestas muestras
de desprendimientos para con los más vulnerables.
Del mismo modo, pienso en todos los actos
caritativos que hacen los políticos previos a las campañas electorales. Algunos,
con muchos años de antelación y otros con mayor descaro en los meses y/o
semanas próximas a una elección.
Considerar que se debe elegir a un candidato,
simplemente, porque dio algún regalo, donación o realizó una obra de caridad
para la comunidad, es el resultado de no realizar un examen algo exhaustivo
sobre las causas de aquellos “bondadosos” actos. Quizás habría que preguntarnos,
¿por qué se regalan o donan cosas?, ¿cuál es el motivo que impulsa tal donación
o regalo?, ¿es genuino tal acto de bondad?, y si no es el caso ¿será que aquel benefactor
no trata de manipular conciencias para someter voluntades por un mero sentido
de agradecimiento?
Imagen recuperada de: https://www.abc.es/cultura/libros/abci-diez-servidores-satanas-203678554509-20170503013635_galeria.html#imagen3
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