Menú

domingo, 7 de febrero de 2021

El diablo también deja regalos

 Mario G. Mercado Callaú


Hace más de un año que se estrenó la película Joker. Manifiesto que tengo una opinión muy subjetiva y favorable sobre éste film, considerando que fue uno los mejores regalos del mundo cinematográfico en el último lustro. 

Disfrute la película, tanto, como la mayor parte del público que pudo observar la obra. No obstante, algunas escenas generaron un dilema moral por las distintas sensaciones y emociones que me provocaron. Por ejemplo (advierto sobre un breve spoiler), la escena donde Arthur Fleck (Joaquín Phoenix) en su proceso de transformación para convertirse en el Joker mata de una manera muy violenta a su excolega de trabajo Randall (Glenn Fleshler) y, al mismo tiempo, en un acto de compasión deja vivir a Gary (Leigh Gill), también excompañero de trabajo. La escena me encontró con una fuerte tensión que en lapsos de segundos se transformó en risas y carcajadas mientras liberaba aquella tensión del acto anterior (la muerte de Randall), esto, por la dramatización de como Arthur decide dejar con vida  a Gary.

Luego, la escena continúa con la entrada triunfal del personaje que todos esperamos desde el inicio de la película, me refiero a Joker. La entrada en escena del Joker tuvo un grato impacto en mi persona y, con un condimento especial. La nueva escena utilizaba una canción de Paul Francis Gadd más conocido como Gary Glitter. La canción en cuestión es Rock and roll (part 2), canción que, gracias a mi padre escuché desde mi infancia, y mientras seguía la secuencia cinematográfica generaba en mí una agradable sensación, a pesar que segundos antes había presenciado la dramatización de una brutal muerte.

Al día siguiente, busqué canciones de Glitter como,  I Didn't Know I Loved You (Till I Saw You Rock and Roll) y Do You Wanna Touch Me? (Oh Yeah), al tiempo que buscaba información biográfica del famoso ícono del glam rock de la década de los 70.

Descubrí que Glitter tiene un alto prontuario en cuanto a delitos sexuales. Desde poseer importantes archivos con pornografía infantil, hasta múltiples denuncias por violaciones a menores de edad en distintos países. Además, desde 2015 cumple una condena de dieciséis años por intento de violación a una menor de edad.

Para algunos individuos, estos antecedentes del compositor de Rock and roll part 2 hacen más siniestra aquella escena del Joker. Bajo ese conocimiento, emergen preguntas a responder, ¿es moralmente reprochable disfrutar una canción sabiendo que el creador es un conocido pedófilo y pederasta?, ¿o en todo caso, se puede separar los actos privados de un individuo que no tienen relación alguna con su obra? Pienso que, en éste y en otros casos similares, será importante separar la obra del artista. Una razón para ello sería analizar la relación de la obra con los inescrupulosos e impúdicos actos del artista. En éste caso, la obra no tiene como fin conseguir una condescendencia y/o empatía para con aquellos a los que brinda o regala su obra, me refiero a la sociedad. Simplemente el artista expresa su genialidad sobre aquello que hace mejor o gusta de hacer.

Por otra parte, uno puede admirar la obra del artista y censurar, reprochar y solicitar justicia en cuanto a las faltas y delitos que el artista realiza contra la sociedad.

En tal sentido, un individuo no debiera sentir culpa por disfrutar una película de Mel Gibson, dejar de sentir asombro por las obras de Caravaggio o sentir vergüenza al afirmar que Diego Armando Maradona ha sido uno de los más grandes jugadores de fútbol de la historia.

Pero existen otras obras o “regalos” que recibe la sociedad, que no merecen el mismo razonamiento ético. Pienso en las obras de caridad, por ejemplo, que hizo durante mucho tiempo Pablo Escobar en los barrios más pobres de Medellín. Esas donaciones, construcciones, regalos, obras caritativas cumplen una función utilitaria para el que las realiza. En tal caso, aunque algunos argumenten que el famoso narcotraficante pensaba en paliar las condiciones de vida de los más pobres de Colombia debido a un pasado lleno de carencias, también, existe la posibilidad de argumentar que a través de esos regalos se compran lealtades, seguridad, la construcción de una imagen de benefactor y distintos beneficios que busca el autor con sus supuestas muestras de desprendimientos para con los más vulnerables.

Del mismo modo, pienso en todos los actos caritativos que hacen los políticos previos a las campañas electorales. Algunos, con muchos años de antelación y otros con mayor descaro en los meses y/o semanas próximas a una elección.

Considerar que se debe elegir a un candidato, simplemente, porque dio algún regalo, donación o realizó una obra de caridad para la comunidad, es el resultado de no realizar un examen algo exhaustivo sobre las causas de aquellos “bondadosos” actos. Quizás habría que preguntarnos, ¿por qué se regalan o donan cosas?, ¿cuál es el motivo que impulsa tal donación o regalo?, ¿es genuino tal acto de bondad?, y si no es el caso ¿será que aquel benefactor no trata de manipular conciencias para someter voluntades por un mero sentido de agradecimiento?




Imagen recuperada de: https://www.abc.es/cultura/libros/abci-diez-servidores-satanas-203678554509-20170503013635_galeria.html#imagen3

No hay comentarios:

Publicar un comentario