Mario G. Mercado Callaú
En la República de Platón, Sócrates,
el hombre más sabio de la Grecia clásica, fundamenta la organización de su
estado ideal y lo expone a través del diálogo con otros filósofos. Según lo
escrito por Platón, Sócrates creía que se debe rechazar con energía la poética
debido a que este arte distorsiona la
verdad. Con mucho pesar, Sócrates admite que su primer gran maestro fue Homero,
empero, la poesía debía ser rechazada porque en su concepción de estado lo que
debe importar es la verdad y no la imitación. La poesía tiene el defecto de afectar
y corromper el alma de los ciudadanos porque incita al placer y al dolor
alejándolos de la ley y la razón, en consecuencia, de un saber correcto y de una
buena opinión.
Si bien el rechazo del arte poético es
contundente en la obra de Platón, la música era un arte que debía ser alentado
en la configuración de su visión de estado ideal. Todos los ciudadanos tendrían
que estar obligados a recibir una educación que combinara la gimnástica con la
música para tener una población fuerte y bella que pueda defender al estado de
los peligros externos e internos. Si un ciudadano era sólo educado en el arte
de la gimnasia y no en el ámbito de la música se corría el riesgo de tener
ciudadanos que se manejaran por la fuerza y brutalidad y no a través de un
espíritu sensible que pueda persuadir a otro para lograr una sana convivencia.
Mientras Sócrates aguijoneaba con
preguntas y refutaciones a los ciudadanos de Atenas, a miles de kilómetros en
el estado de Lu, China, se encontraba otro gran pensador. Motzy (Mo Ti) de
igual forma interpelaba a sus ciudadanos e impartía reflexiones a sus discípulos.
Para Motzy, a diferencia de lo planteado por Sócrates, la música debía
prohibirse. Motzy pensaba que para lograr un buen estado se debía hacer lo que el
cielo ordenaba y lo que antiguos reyes sabios habían realizado en sus prósperos
reinos. El cielo es la referencia a las divinidades chinas de la época que
solicitaban un comportamiento moral a partir del amor al prójimo, según lo
planteado por Motzy. La música debía ser prohibida, no porque no sea grata al
oído, sino porque no formaba parte de la costumbre del pueblo el oírla, además
en el pasado próspero cuando los reyes sabios gobernaban el arte musical era
muy modesto. En tiempos de Motzy también existían problemas de gran prioridad a
causa de terribles males. En aquella época muchos estados chinos tenían tres problemas
fundamentales: el sufrimiento por hambre, el azote del clima y la fatiga del
trabajo. Motzy (1987, p.127) lo manifestaba diciendo: “Y ¿cómo podrá el pueblo
procurarse comida y vestidos, si tiene que ir a repicar grandes campanas, a
tocar tambores, a tañer violines y guitarras, a soplar flautas y organillos y a
danzar empuñando escudos y hachas guerreras? Yo creo que lo que no es necesario
se debe suprimir”.
El arte musical para estos dos grandes
filósofos de la época clásica era valorado de distinta forma, debido a la
visión y preocupación que cada uno tenía con respecto a la mejor forma de
organizar y administrar la cosa pública. Se puede mencionar que ambos tenían
como bien común la protección del estado, que incluye el bienestar de sus
ciudadanos. No obstante, es claro que la protección de ese bien común era
divergente en muchas formas. Y así, a lo largo de la historia se evidencia que
en la búsqueda de hacer prevalecer el bien común no sólo se ha prohibido la
música y la poesía, también libros, pinturas, películas, obras teatrales, el
conocimiento y hasta la opinión.
Otros problemas que emergen con el uso
del concepto de bien común es la diferencia de su significado debido a su
vaguedad y alcance. ¿Cuál es el significado de bien común, es un bien que
merece protección porque beneficia a familias, a un barrio, una ciudad, una
región, un país, un continente o para todo el mundo?, ¿es un bien para todos o sólo
para los estratos sociales bajos?, ¿el bien común es para gente que vive
actualmente o para futuras generaciones?
Tratar de encontrar respuestas a estas
interrogantes inicialmente permite comprender las dificultades del significado
del término y esbozar las posibles motivaciones y necesidades de su uso. No parece casual que políticos, activistas y líderes de opinión continuamente expresen el
cuidado y protección de valores que representan el bien común. Se
podría nombrar, por ejemplo, tres valores que gran parte de la ciudadanía
aprecia como bien común: libertad, justicia y medio ambiente. La libertad y la
justicia son valores más abstractos y de preocupación mucho más antigua que el
medio ambiente. Aquí se puede evidenciar otra dificultad, cada uno de esos
valores pueden tener significados distintos para muchos individuos. ¿Será qué
los conceptos de justicia y libertad como valores abstractos significan lo mismo
para alguien que vive en Cuba con
respecto a alguien que vive en Estados Unidos?, ¿el concepto de medio ambiente
y su preocupación como valor representa la misma importancia para un doctor en
biología de Noruega que para un indígena de la Amazonía? Es probable que alguien
argumente que, allende que esos conceptos tengan significados y alcances
distintos sigan teniendo un valor común de alguna forma. Y claro que puede ser
el caso. Empero, lo común de un bien no sólo depende de la mirada individual y
colectiva que se tenga de ese bien, sino también de su contexto.
Alguien puede pensar, por ejemplo, que
la moral cristiana es un bien común con el que se fundaron las ciudades europeas
y que se debe volver a ese antiguo régimen donde el clero y el estado eran una
sola institución. En este sentido, el bien común de un grupo puede servir para
someter a otros a partir de la imposición de una moral religiosa frente a otras.
Otro grupo de personas podría exigir que países en vías de desarrollo prohíban
el uso de biotecnologías y la exportación de granos y carnes porque se debe
proteger y preservar el bien común de la biodiversidad. Aquello seguiría
causando un lastre para economías pequeñas de países pobres que no pueden
mejorar sus índices de producción e ingresos, como otras variables de
desarrollo.
No se plantea que se deba descuidar
valores como la libertad, justicia y el medio ambiente, lo que se advierte es
la vaguedad del término y su mal uso (o buen y conveniente uso para algunos), que
en muchos casos funciona como un elemento conceptual fundamental para la
manipulación de masas a través de una narrativa bien entretejida.
Parece que los llamados a la defensa
de supuestos bienes comunes son utilizados en distintas narrativas por todo
tipo de instituciones con prácticas demagógicas para embaucar ciudadanos que
aceptan y toman como verdadero y suyo un discurso sin antes cuestionar con
mayor rigor la validez del discurso.
Ante ese riesgo conviene razonar con
mayor detenimiento ejercitando la autonomía de pensamiento, evitando así ser
arrastrado por discursos y narrativas que interesan a un grupo con objetivos
claros y, a las pasiones de muchedumbres enajenadas que no entienden las
consecuencias de sus actos.
Referencias bibliográficas
Mo Ti, (1987). Política del amor universal, España: Tecnos.
Platón, (2007). La República, Buenos Aires: Gradfico.
Referencias gráficas
Obra pictórica de Zdzisław Beksiński
Recuperada de: https://www.xataka.com/magnet/el-tetrico-universo-pictorico-de-zdzislaw-beksinski-los-cuadros-que-superan-a-tus-pesadillas
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